martes, 18 de septiembre de 2012

LA MISIÓN DE DIOS

1

En el primer capítulo de Génesis nosotros observamos la missio Dei, la misión de Dios de revelarse a sí mismo al hombre, de dar a conocer Su maravillosa gloria y bondad.
Génesis 2 nos presenta a Adán y a Eva cuya caída provocó que la misión de Dios se viniera abajo. No hubo más una completa revelación de Dios que le permitiera al hombre ver las cosas de la manera en que fueron creadas. Por tanto, en Génesis 3 nosotros observamos a Adán y a Eva cubriéndose a sí mismos por pena y siendo sacados del Jardín de Edén. Ellos estaban huyendo de Dios, ya no caminaban ni tenían una relación íntima con Él.
Del Jardín de Edén al libro de Apocalipsis, la Biblia revela la misión de Dios, ésta nos muestra claramente los propósitos de Dios para Su pueblo.
Cuando la iglesia no comprende la misión de Dios - cuando ésta llega a ser subestimada, ignorada y distorsionada - la iglesia pierde su poder. Cuando la misión de Dios es hecha a un lado, la iglesia llega a ser introvertida y toma una forma lejana al propósito de Dios. De esta manera la iglesia continúa edificándose a sí misma, llegando a ser un tipo de torre de Babel que solamente continúa creciendo hacía arriba hasta que su peso provoca su caída.
En Hechos 1:8 Jesús dijo, “...y me seréis testigos en Jerusalén, en Jerusalén y Jerusalén.” ¿Es esto lo que Él dijo? ¡No! Él dijo “...y me sereis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.” Él sabía que la misión de Dios comprendía bendecir a aquéllos en Jerusalén pero también debería expandirse hacia otros.
Si usted limita la misión de Dios a solamente aquéllos con lo que Él lo ha bendecido a usted, entonces usted acortará sus bendiciones. Usted bloqueará el flujo de lo que Dios tiene para usted porque Sus bendiciones están diseñadas para llegar a usted y después fluir hacia otros, hacia el mundo.



Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Hechos 1:8

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